sábado, 11 de octubre de 2008

tercero: humo y fetidez

EL BOMBERO SE QUEMÓ. Finalmente, Jorge del Castillo dejó el Ejecutivo tras el ‘escandaloso escándalo’ de corrupción, ya conocido como PETROGATE. Fue una semana tormentosa, en la que el gabinete hacía agua y el premier echaba humo de estarse quemando a fuego lento.
La sensación que queda tras esta crisis es la de una horrible sordidez, en la que nada está suficientemente claro. La denuncia se hizo pública el domingo en Cu4rto Poder (Am. TV), pero los audios –es evidente- ya se venían traficando -o vendiendo- con anterioridad. Muchos intereses, oscuros y maliciosos en su mayoría, han actuado tras bambalinas.
Están los asquerosos apristas –León-Químper- que cometieron los actos de corrupción en la concesión de lotes petroleros. Sin embargo, ¿quién los grabó? Quien lo haya hecho, violó sus derechos constitucionales, le corresponde al Poder Judicial evaluar el peso jurídico de una prueba ilegalmente obtenida. Las especulaciones apuntan a Petro-Tech, la empresa directamente afectada por el arreglo con Discover Petroleum (habría sido un gesto apropiado de Rosa María Palacios [Prensa Libre, Am. TV], mencionar que su esposo está estrechamente vinculado con Petro-Tech). La versión de Químper es que Canaán se asoció con Petro-Tech. Otros, por el contrario, creen que el mismo Mininter de Alva Castro estuvo implicado en este asunto.
El humeante Del Castillo mencionó que los audios habían sido maliciosamente editados, lo que es obvio. Alguien se tomó el tiempo de grabar y escuchar todas las conversaciones de las ‘ratas’, y las editó adecuadamente para minar explosivamente a unos –como el premier-, no tocar a tantos otros –corren apuestas- y dejar limpio al presidente García.
El gran denunciante, Fernando Rospigliosi, cuyas razones para hacerlo serían su ‘excelso deber periodístico’ y la revancha por su censura como ministro, ha afirmado que los audios se los dejaron en su puerta (¿?). Según dicha versión, el remitente habría sido 'Fernando Santo Domingo', un operador oscuro que ya los medios han bautizado como ''estampilla profunda'.
Luego vienen los actores políticos; salvo la desmentida ‘pepita’ sobre Flores, parece que la oposición sí ha actuado cuando el chupo ya había reventado. Es evidente que Humala y Flores actuaron oportunista e irresponsablemente, pero estaban en su derecho. En el caso de los fujimoristas, quienes tenían en Del Castillo a su más importante contrario en el gobierno –a diferencia de los vicepresidentes fujimoristas y las alianzas en el Congreso-, esto debe haber sabido a manjar. La reduciada AP quizá quiso tomar revancha por el quinquenio 63-68, en el que el Apra se trajo abajo a seis gabinetes belaundistas. Si bien PP apoyó la censura, no queda clara la posición de Alejandro Toledo. Finalmente, dentro del mismo partido aprista, pese a la consternación por el escándalo y la preocupación por el régimen alanista, no pocos dirigentes habrán estado deseosos de la caída del 'bombero' y no pocos militantes la habrán visto como la oportunidad –hoy fallida- de que sea un gobierno verdaderamente del partido.
Del Castillo fue un buen primer ministro, era lo que Raúl Díez Canseco debió ser para Toledo; no obstante, era ya necesario un gran cambio en el gabinete. Quizá habría sido más digno entregar el cargo en fiestas patrias. Del Castillo rescató el diálogo y el buen humor, pero también la coherencia y el respeto por las conviciones personales; demostró que, contrariamente a lo que se suele pensar, el premier debe ser un político, un hombre con respaldo partidario y congresal. El jueves, el gabinete se disponía a realizar uno de los actos más dignos, dadas las circunstancias: acudir al Congreso y, en uso de sus facultades constitucionales, pedir dar explicaciones en ese mismo momento para proceder a solicitar la confianza del Parlamento. Era lo que correspondía, el gabinete daría explicaciones y sería censurado; pero ‘Jorgito’ perdió los papeles, pero los congresistas se corrieron dizque ofendidos y quizá temiendo censurar al bombero –el próximo premier habría podido hacer cuestión de confianza sobre cualquier cosa y ellos habrían tenido que aceptarla a menos que desearan irse a sus casas, para ellos también era mejor forzar el cambio por decisión presidencial-.
CARICATURA: ALFREDO MARCOS

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